miércoles, 18 de octubre de 2017

Oxímoron



Oyes a gente que no dialoga pidiendo diálogo, a gente que adoctrina pidiendo que no se adoctrine, a gente que grita pidiendo que no se grite, a gente que no escucha pidiendo que se escuche; ves a gente que se salta la Constitución cuando le da la gana erigiéndose precisamente como garantes de la Constitución, a gente que no permite votar utilizar continuamente el término democracia como defensa; lees a gente que odia frontalmente a una parte del país levantarse como defensores acérrimos de la patria y adalides de impedir por todos los medios que esos a los que odian se vayan; escuchas a gente de izquierdas preocupados por una simple delimitación geográfica, y a gente de derechas convertirse en los ídolos y mártires de los humildes ciudadanos a los que llevan toda una vida explotando; conoces a machistas que te hablan apesadumbrados de las injusticias que sufren las mujeres mientras tratan a sus mujeres cercanas injustamente , y a feministas que tratan a hombres con una superioridad moral desmedida, comportándose con la misma actitud con la que el machista ha dominado la Tierra en los últimos casi 200.000 años.

Un oxímoron es una combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido a la estructura. Es lo que se me dibuja en la cabeza cada vez que veo, leo u oigo a una persona diciendo un discurso completamente contrario a sus actos. Como si el verde me dijese que es amarillo, o el blanco me asegurase que es rosa. Como si la palabra “Oxímoron” tuviese una forma física que toma sentido en mis neuronas, un pilotito que se enciende y te avisa, transformándose en una advertencia de máximo peligro, como las de las centrales nucleares cuando hay un escape. Pi-pi-pi-pi-pi. Oxímoron. Pi-pi-pi-pi. Te están tomando por gilipollas. Pi-pi-pi-p. Huye. Pi-pi-pi-pi-pi-pi.

Más nos vale, padres y madres del mundo, tíos, tías, abuelos y abuelas y todo aquel mayor de edad, que a nuestros descendientes les enseñemos a detectar esas incongruencias, que probablemente también arrastremos nosotros mismos sin darnos cuenta, pues nunca estuvo tan difícil encontrar la verdad entre tanto discurso premeditadamente confuso y tanta variedad de medios diferentes de bombardeo.

Me temo que el exceso de oxímoron en sangre lo provoca la edad. Mi reino porque nos gobierne la juventud, esa carente de prejuicios, porque nos callemos los mayores, porque dejemos de confundirles.


jueves, 12 de octubre de 2017

Decisiones



¿Me tomo un Cola cao o un Nesquick? ¿Voy a la playa o a la montaña? ¿Vivo en una ciudad o en un pueblo? ¿Elijo ciencias o letras? ¿Me dejo el pelo largo o corto? ¿Me hago un tatuaje o paso? ¿Voy por las escaleras o cojo el ascensor? ¿Empiezo un libro o una peli? ¿Breaking Bad o Juego de Tronos? ¿Quedamos en el bar o en el concierto? ¿Me creo al de izquierdas o al de derechas? ¿Voy por la autopista o por la nacional? ¿Me uno al mainstream o sigo por este camino? ¿Trabajo para vivir o vivo para trabajar? ¿Me comporto como soy o genero un personaje? ¿Salgo a correr o duermo? ¿Pongo la lavadora o la dejo para mañana? ¿Me tomo una cerveza u hoy pega fantita? ¿Pido un whisky o un ron? ¿Hago arroz o pasta? ¿Montadito o pinchito? ¿Voy en bici o andando? ¿Cojo el coche o el autobús? ¿Vivo en mi ciudad o me voy bien lejos? ¿Me informo o espero a que me lo cuenten? ¿Hago como que le escucho o le digo que se calle? ¿Salgo de fiesta o me quedo en casa? ¿La beso o me despido? ¿La rubia o la morena? ¿Me caso o me embarco? ¿Sigo buscando o me detengo ya?

La vida son dos impalas cargados de opciones contrarias que se pelean de forma continuada sin dejarte completamente satisfecho de tus decisiones .