Miradas al horizonte





Sabemos que lo sabemos pero hacemos como que no lo sabemos

Siempre me ha llamado la atención saber a qué prestamos atención, por qué actuamos como actuamos, por qué hacemos lo que hacemos y no hacemos lo que no hacemos, por qué elegimos seguir un camino y no otro, y, sobre todo, por qué sabemos algunas cosas que se nos quedan en la cabeza eternamente y otras, sin embargo, aunque la sabemos porque son rutinarias, porque nos enfrentamos a ellas cada día, porque las vemos en las noticias o recaen en nuestros cerebros a poco que pensemos un rato, las ignoramos.

Hay verdades irrebatibles, que sabemos que son así, algunas de ellas deberían formar parte de nuestras más importantes reivindicaciones como sociedad o como individuo, pero a las que no echamos ninguna cuenta. ¿Por qué las ignoramos?, ¿cómo podemos levantarnos cada día, despreciar estos pensamientos, y continuar como si nada ocurriese, como si esto no tuviese nada que ver con nuestras vidas? Cuando se escribe negro sobre blanco todo parece distinto, ya no son palabras que se lleva el viento, ya son cosas reales, que ocurren, que están pasando. Aquí va sólo una pequeña representación de ellas, pues podríamos llegar al infinito (y más allá):
  •           Sabemos que cerca nuestra, algún que otro vecino, algún que otro conocido o amigo, algún familiar, o muchos desconocidos, ganan muchísimo más dinero del que nunca se podrán gastar, y a la vez sabemos que debajo de nuestra casa hay uno, dos o varios mendigos que no tienen a dónde ir ni qué comer. Sabemos que en nuestra propia casa habría hueco para al menos tirar un colchón al suelo y que ese mendigo pudiera dormir bajo un techo, resguardado del frío, del calor o de la lluvia, y con posibilidad de una ducha. Sabemos que lo que tenemos cualquier día suelto en el bolsillo serviría para que cualquiera de ellos pudiese comer ese día.
  •   Sabemos que cuando paramos en un semáforo, nosotros estamos a gusto, resguardados del frío, el calor o la lluvia, mientras que el que trata de vendernos kleenex lleva todo el día de pie sorteando las inclemencias meteorológicas y mendigando unos simples céntimos que no les damos. Sabemos que si estuviésemos en esa situación, no entenderíamos que un tío que puede tener un coche no disponga de unos céntimos que compartir.
  •   Sabemos que la ropa que compramos, la que nos ponemos diariamente, está fabricada en un país lejano donde un montón de chinos, indios, tailandeses, camboyanos, u otras personas asiáticas o africanas, trabajan durante más de doce horas en unas condiciones infrahumanas que no seríamos capaces de consentir en nuestro país de origen, a cambio de un sueldo comparable a lo que aquí nos cuesta un chicle.
  •    Sabemos que tiramos ingentes cantidades de comida mientras que en otros lugares del mundo la población muere de hambre.
  •   Sabemos que abrimos el grifo de agua y bebemos tranquilamente sin ser conscientes que ese mismo gesto es imposible de realizar en la mayor parte del mundo, donde o no tienen sistema de abastecimiento de agua, o el agua que llega al grifo no es potable.
  •    Sabemos que a nosotros, como españoles y/o europeos, nos permiten la entrada en casi todos los países del mundo sin problema alguno, mientras nosotros imponemos  requisitos legales, visados imposibles de pagar para cualquiera que venga de la parte desfavorecida del mundo, o simplemente vallas, estableciendo un muro legal, económico y finalmente físico a todo aquel que quiera venir a probar suerte en nuestro país, tal y como los de nuestro país probaron, prueban y probarán suerte en otros.
  •    Sabemos que por mucho que se rece, las injusticias no dejarán de ocurrir, y que es más útil mover la piedra que pedir a un ente superior que la mueva. Igualmente, no servirá aquello para aprobar un examen, para que gane tu equipo, para tener suerte en la vida, para que una determinada operación vaya bien, para que haya salud, o amor, o éxito laboral. Sabemos que TODO tendremos que trabajárnoslo nosotros, y que la mayoría de las cosas que nos ocurran serán responsabilidad nuestra.
  •    Sabemos que en un lugar de trabajo, personas que dedican el mismo tiempo a sus funciones, las que sean, presentan diferencias salariales en algunos casos realmente desproporcionadas.
  •   Sabemos que se ha establecido una clasificación laboral, desde tiempo inmemorial, en el que algunos trabajos son mejor considerados que otros, y que por tanto, esos tienen mayor remuneración, mientras algunos de los peor pagados son los que hacen las funciones más desagradables y que más incentivos debería tener para su desempeño. El que decide qué roca hay que mover tendrá más beneficios económicos que el que mueve la roca, a pesar de que sea mucho más costoso mover la roca que decidir qué roca hay que mover. Señalar te reportará más beneficios económicos que empujar.
  •    Sabemos que el móvil con el que pasamos la mayor parte del día de todos los días del año necesita de un material denominado coltán que se encuentra principalmente en la República Democrática del Congo, y que esa es la razón principal para que ese país esté en guerra silenciosa y silenciada consigo mismo y su población, y que se explote a una ingente cantidad de personas que serán víctimas del mercadeo y la relación ventajista que se establece entre países del primer mundo y del tercero.
  •    Sabemos que personas que ganan y gastan mucho más dinero que la media de ciudadanos de tu país son las mismas que anuncian la necesidad de ahorrar y recortar tanto en el ámbito público como el privado. Sabemos que personas que ganan muchísimo más que la media son las mismas que opinan a través de los distintos medios que la crisis es algo que está golpeando duramente a la sociedad, moralizando sobre las medidas necesarias que habría que seguir para salir de ésta. Personas con mucho dinero les dicen a personas con poco dinero que hay que apretarse el cinturón.
  •   Sabemos que el primer mundo llegó primero al nivel de desarrollo que ahora mismo “disfrutamos”, y que por tanto tuvo tiempo para idear la gestión de los residuos que nuestro desarrollo genera, pero no nos importa que los efectos secundarios de ese nivel de desarrollo, de esos avances tecnológicos producidos recaigan en países que no tienen forma de gestionar esos residuos, convirtiéndose numerosos pueblos perdidos de África, Centroamérica o Asia en auténticos vertederos de nuestra basura.
  •   Sabemos que exigimos al resto de países un nivel de democracia comparable al nuestro sin atender que el nuestro lo lidera un jefe de estado que no ha sido votado nunca, y una institución que como mucho fue votada hace más años que los que la mayoría de españoles tiene.
  •   Sabemos que el éxito y la fama hacen que tu opinión se revista de una relevancia desmedida, aunque no tengas nada que decir, y que el anonimato se lleva por delante a la mayoría de las opiniones, ideas y reflexiones interesantes que el ser humano es capaz de producir.
  •    Sabemos que las guerras no solucionan ningún problema, muy al contrario, los agudizan. Si se mata a un hombre, tienes a toda su familia en contra, si se mata a una familia entera, tienes a todo el pueblo en contra, si se bombardea a un pueblo, tienes a toda la ciudad en contra, si se bombardean ciudades, tienes a todo el país en contra. Sabemos que la guerra sólo favorece a la industria armamentística, y que la industria armamentística la componen una serie de personas muy influyentes y muy desconocidas. Sabemos que la única forma de evitar las guerras es dejar de fabricar armas.
  •   Sabemos que los males, cuanto más lejanos, menos efecto tienen en nosotros. Sabemos que el tiempo que se dedica a las noticias no es proporcional a la importancia del suceso. Sabemos que unas declaraciones del político de turno que no nos dice nada irán por delante y disfrutará de mucho más tiempo en el informativo que la guerra, injusticias o muertes producidas en los países lejanos a los cuales los nuestros les venden armas.
  •   Sabemos que el PIB de España es de más de un millón de millones de euros, y que si lo dividiésemos equitativamente entre los aproximadamente cuarenta y seis millones de españoles, es decir, contando a los niños y ancianos también, daría que cada ciudadano tendría derecho a más de veinte mil euros a su disposición al año. En lugar de eso, tenemos a algunos privilegiados que multiplican esa cantidad por números de tres, cuatro, cinco cifras y más, ganando mucho más que eso; a otras varias personas que ganan más que la media; a otras personas que ganan exactamente la media; y a una grandísima mayoría que no alcanza ni de lejos esa cantidad.
  •    Sabemos que los futbolistas a los que alabamos y vitoreamos mueven una cantidad de dinero impresionante que no concuerda con la simple acción de dar patadas a un balón e intentar meter el gol en la portería, y aceptamos precios desorbitados de entradas, abonos, camisetas y demás merchandising que favorecen esas astronómicas diferencias con el común de los mortales.
  •   Sabemos que la solución para erradicar la pobreza extrema está en erradicar la riqueza extrema.
  •   Sabemos que el consumismo se ha instaurado en lo más profundo de nuestro ser, que nos lo han presentado como el único camino hacia la felicidad, haciéndonos absolutamente dependientes de cosas inservibles e inútiles, cediendo nuestra inteligencia humana a la inteligencia artificial.
  •   Sabemos que la riqueza no da la felicidad, pero que ayuda. Sabemos que la felicidad está en el tiempo que inviertes en hacer determinadas cosas, que no está en los bienes materiales que puedes alcanzar, que no está en realizar un trabajo que no te gusta durante la mayor parte del día la mayoría de los días simplemente por recibir dinero que te permita continuar con esa vida que no te gusta, sino que sería más agradecido para la mente y el cuerpo dedicarse a algo que te gusta aunque los beneficios económicos fuesen menores, pues el lugar de trabajo es donde pasaras la mayor parte del tiempo, y es el tiempo tu único patrimonio real, lo único que arrastras, lo único que te llevas de este mundo, lo único que nadie te puede robar. En lugar de eso, seguimos aspirando a puestos de trabajo en una oficina con horarios fijos, con trabajos fijos, haciendo lo mismo eternamente, deseando desde que entras que llegue la hora de salir, y todo por miedo a emprender un camino distinto, un trayecto que se separa de lo que hace la mayoría. Todo por miedo a lo desconocido, el eterno miedo que nos colapsa.
  •  Sabemos que “saber” te prepara para afrontar mejor los problemas, pero que lo que se promueve es la incultura, el desconocimiento y la creencia como medios para alcanzar la felicidad, cerrando los ojos a la realidad, pues la realidad puede ser dolorosa, aunque esta esté a escasos centímetros de ti. Sabemos que “saber” da miedo, pues nos enfrenta a nuestras incertidumbres e inseguridades.
  •  Sabemos que tratar abordar problemas generales y relacionarlos entre sí y con cada uno mismo se interpreta rápidamente como demagogia o utopía, para dejar claro que es imposible solucionar esos problemas universales, para promover que no dediques tu tiempo en intentar arreglar el mundo, que eso se escapa de tu radio de acción, de tu entendimiento, de tus posibilidades, y de tu deber como ciudadano. Para que creamos que solo podemos cambiar las justas cosas para que todo continúe igual de injusto.
  •   Sabemos que las cosas son como son simplemente porque nosotros hemos decidido que así sean.
Si sabemos todas estas cosas, ¿por qué no nos ponemos a solucionarlas? ¿Por qué tenemos que resignarnos a que todo esto es inamovible, a que así seguirá siendo el mundo por los siglos de los siglos?

2 comentarios:

  1. guau me encanta lo que has escrito y que verdad lo que pasa que sabemos mucho pero nos da miedo el saber, que ahi que hacer tantas cosas que podemos solucionar en nuestras vidas pero a veces nos aferramos a lo que somos o tenemos y nos da miedo saber...un saludo y gracias por tu blog

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  2. Gracias a ti por tu comentario, yolanda. ¡Saludos!

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