Si vives en
Triana o en los Remedios, y vas al centro, o si vienes del centro y haces el
camino inverso, le habréis visto, seguro. Aunque intentes no mirar, aunque
pretendas hacerte el loco, un cartel que se dirige al fondo de tu corazón, “Hoy
por mí, mañana por ti”, se repite una y otra vez no sólo cada vez que pasas por
el Puente de San Telmo, sino mucho después de haber pasado, cuando estás con tu
familia o amigos, es decir, con compañía, o cuando llegas a tu casa, cuatro
paredes y un techo que te protege de las inclemencias meteorológicas del
exterior.
Se llama
Antonio, es portugués, pero habla perfecto español. Lleva once años durmiendo
en la calle, y dos sentado en ese banco del puente de San Telmo todos los días
de nueve de la mañana a diez de la noche. Ha trabajado en el campo y en la
ciudad, como temporero en la recolección, como peón de albañil, como ayudante
de cocina, como operario en cadenas de producción, y etcétera, etcétera,
etcétera. Y nos dice que hoy por él, y mañana por nosotros. Y a mí me resulta
imposible seguir pasando por allí sin hacer nada más que darle algún euro de
vez en cuando. ¿Y si le hiciese una foto a su curriculum y lo compartiese con
todos mis contactos, y esos contactos lo compartiesen con otros, y esos otros
con otros, y al final llegase a alguien que tuviese alguna posibilidad de ofrecerle
trabajo, y podamos así renovar las fuerzas de una persona que lleva once años
luchando en la soledad, y que al final de cada día siempre se acaba preguntando
si merece la pena seguir luchando?