Nacer, llorar,
mamar, hacer pipí y popó. Crecer, hasta que te puedas desplazar por ti mismo
sin ser sostenido por unos brazos adultos. Correr de un lado para otro.
Divertirte con cualquier cosa. Reír mucho, querer mucho, ilusionarte mucho,
imaginar mucho. Descubrir algo nuevo cada día. Aprender siempre.
Seguir
creciendo, hasta la altura de tus ancestros, aunque más canijo y seguramente
con mostacho y granos en la cara, o con unos pechos en crecimiento
descontrolado y experimentando una incomodidad mensual que no te abandonará
hasta la menopausia. Comenzar a pensar en lo injusto, en que todos están contra
ti: profesores, padres, hermanos, amigos. Estar alerta. Dar la bienvenida a un
interés que no acabará por abandonarte jamás: el amor. Experimentar el cambio
de aficiones desde los muñecos o muñecas al deporte, y de éste a las chicas o a
los chicos. Creer que puedes llegar a ser lo que te propongas. Tener el
recipiente de ilusiones y esperanzas en sus máximos niveles.
Seguir creciendo
hasta que se van los granos, y el mostacho desaparece y viene la barba o el
afeitado de verdad. Darte cuenta que el pelo está un milímetro más atrás de la
frente que la última vez que te fijaste. Elegir la carrera, dejar atrás
colegio e instituto. Conocer mundo, primero el cercano, luego el lejano, y,
quizás, el más lejano aún. Preguntarte por qué todo es así.
Echarte una
pareja en serio, terminar la carrera, encontrar un trabajo para toda la vida, ir
comprobando cómo éste no era como esperabas, cómo no se parecía a lo que te
hablaban en la Universidad, aquello que pensabas que te haría sentir realizado.
Comprarte un coche, firmar una hipoteca, casarte, tener hijos, aceptar que
dejas de ser protagonista de tu vida para convertirte en el mentor de otro
protagonista que procede de ti mismo. Ver pelos blancos en tu cabeza y pensar
en teñirlos o aceptarlos. Fijarte en que tu piel ha estado expuesta al aire
demasiado tiempo. Observar cómo el vaso de ilusiones y esperanzas individuales comienzan
a vaciarse.
¿En qué momento
aparecieron los desvíos del camino, esos que desechaste o aceptaste? ¿En qué
segundo de tu vida haber tomado una dirección y no otra te habría convertido en
otra persona con circunstancias completamente distintas a las que tienes? ¿Qué
cambiarías si pudieses volver atrás?