Oyes a gente que
no dialoga pidiendo diálogo, a gente que adoctrina pidiendo que no se
adoctrine, a gente que grita pidiendo que no se grite, a gente que no escucha
pidiendo que se escuche; ves a gente que se salta la Constitución cuando le da
la gana erigiéndose precisamente como garantes de la Constitución, a gente que
no permite votar utilizar continuamente el término democracia como defensa;
lees a gente que odia frontalmente a una parte del país levantarse como
defensores acérrimos de la patria y adalides de impedir por todos los medios
que esos a los que odian se vayan; escuchas a gente de izquierdas preocupados
por una simple delimitación geográfica, y a gente de derechas convertirse en
los ídolos y mártires de los humildes ciudadanos a los que llevan toda una vida
explotando; conoces a machistas que te hablan apesadumbrados de las injusticias
que sufren las mujeres mientras tratan a sus mujeres cercanas injustamente , y a
feministas que tratan a hombres con una superioridad moral desmedida, comportándose con la misma actitud con la que el
machista ha dominado la Tierra en los últimos casi 200.000 años.
Un oxímoron es
una combinación, en una misma estructura sintáctica, de dos palabras o expresiones de significado opuesto que originan un nuevo sentido a la estructura. Es lo que se
me dibuja en la cabeza cada vez que veo, leo u oigo a una persona diciendo un
discurso completamente contrario a sus actos. Como si el verde me dijese que es
amarillo, o el blanco me asegurase que es rosa. Como si la palabra “Oxímoron”
tuviese una forma física que toma sentido en mis neuronas, un pilotito que se
enciende y te avisa, transformándose en una advertencia de máximo peligro, como
las de las centrales nucleares cuando hay un escape. Pi-pi-pi-pi-pi.
Oxímoron. Pi-pi-pi-pi. Te están tomando por gilipollas. Pi-pi-pi-p. Huye. Pi-pi-pi-pi-pi-pi.
Más nos vale, padres y madres del mundo, tíos,
tías, abuelos y abuelas y todo aquel mayor de edad, que a nuestros
descendientes les enseñemos a detectar esas incongruencias, que probablemente
también arrastremos nosotros mismos sin darnos cuenta, pues nunca estuvo tan difícil
encontrar la verdad entre tanto discurso premeditadamente confuso y tanta
variedad de medios diferentes de bombardeo.
Me temo que el exceso de oxímoron en sangre lo
provoca la edad. Mi reino porque nos gobierne la juventud, esa carente de
prejuicios, porque nos callemos los mayores, porque dejemos de confundirles.