Veo normal tener
una llave en el bolsillo que pertenezca a la casa donde vivo. Veo normal tener
un móvil al lado de esta, con el que puedo estar permanentemente comunicado con
mi alrededor. Veo normal tener dinero en monedas, en billetes, o en tarjeta.
Veo normal comprar comida cuando tengo hambre, y beber agua de cualquier grifo
cuando tengo sed. Veo normal la variedad gastronómica que está a mi
disposición: pasta, arroz, cualquier potaje, puchero, gazpacho, tortilla, filetes
y pescado en cualquiera de sus variedades, pizzerías y hamburgueserías en cada
esquina, todo tipo de postres, cafés, tés, copas y un largo etcétera. Veo
normal tener tres supermercados a menos de cien metros, cuatro kioskos, videoclub,
dos o tres farmacias, centro de salud, clínica y hospital bastante cerca. Veo normal
tener internet en casa, un ordenador desde el que conectarme, y una impresora.
Veo normal tener mi coche abajo aparcado, dispuesto a poder usarlo cuando lo
necesite. Veo normal poder darme una ducha cuando me da la gana, con agua
caliente incluso. Veo normal los desodorantes, colonias, pastas y cepillos de
dientes. Veo normal las noches de juerga, los días de fiesta, las invitaciones
a los diversos eventos que se ven comunes en nuestro alrededor. Veo normal
comprarme ropa o zapatos cuando me siento escaso de alguna prenda. Veo normal
tener una lavadora en casa, un microondas, millones de tupperware, así como todos los avíos de la cocina. Veo normal la
nevera, todo el interior, y la despensa, con reservas por si acaso hubiese un
holocausto nuclear. Veo normal tener una bici, y unos zapatos para correr, y
poder hacerlo de forma segura, sin miedo a que me ocurra nada. Veo normal que
los coches no piten por la calle continuamente, que se conduzca con cierto
orden, que haya semáforos, que las aceras estén limpias, que se pueda transitar
por ellas. Veo normal que prácticamente todos seamos iguales físicamente, que
casi todos seamos blancos, que casi todos procedamos de tradición católica, que
casi todos tengamos ropa arreglada. Veo normal la “democracia”, que tengamos
gobiernos con chaqueta, que podamos votarlos una y otra vez a pesar de que
hayan dado muestra de su ineficacia y caradura. Veo normal mi normalidad. Veo normales
demasiadas cosas que no lo son. Ya va siendo hora. Es momento de coger la mochila, viajar
y reencontrarme con el mundo descalzo.
Una vez me dijeron que viajaba en el espacio, pero yo sabía que viajé en el tiempo. Observé calles de mi infancia, sin asfaltar, burros, autobuses antiguos, coches de cuando era pequeño, casas de un solo piso, desgastadas, que encerraban mucha historia, no vi televisiones, ni móviles, ni nada que oliese a tecnológico, vi gente con ropas que no estaban a la moda, vi gente descalza. Y se podía estar. A gustito. Y me quedé para siempre en ese mundo más fácil, en ese mundo descalzo.
Este es de los mejores parody. Sin duda. La normalidad cada vez te gusta menos. Cada vez te gusta mas explorar nuevas vias....
ResponderEliminarMuchas gracias, Anónimo. Un placer recibir sus comentarios, y cierto, "normal" es una palabra que no me gusta, es excluyente, porque diferencia a los que piensan como todos de los que piensan distinto. En fin...
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