Quito se
encuentra enclavado en el denominado surco interandino, que es la parte
intermedia entre la Cordillera Oriental y la Occidental de los Andes. Eso hace
que la capital ecuatoriana haya crecido y siga haciéndolo de forma alargada, de
norte a sur, y no circularmente, como pueda ocurrir en la mayor parte de
ciudades europeas, pues se encuentra a este y oeste bruscamente con dificultades
orográficas de considerable altura. Vista desde un punto elevado, en este caso
desde la Basílica del Voto Nacional, el aspecto es como un gran enjambre de
casas y edificios que se pierde en el horizonte, tanto hacia un lado como hacia
el contrario, con una intensidad que hace difícilmente imaginable cómo podría
haber sido este lugar antes de que lo hubiesen pisado los conquistadores
procedentes de nuestro continente tanto tiempo atrás. Y es que a pesar de que
trajeron más conflictos, guerras, nuevas armas y enfermedades a los oriundos, probablemente
el veneno más impactante que portaban no era otro que el concepto de “desarrollo”
y su identificación con “prosperidad”. Hasta entonces, por estos lares, existía
cierto equilibrio con la naturaleza. Nuestra civilización les enseñó a sacar
partido de hasta la última gota de Tierra, y a denominar las transformaciones
de la misma como progreso. El asfalto se identificó con la modernidad, la
modernidad con lo correcto, y todo ello se encerró entre ladrillos y cemento. El
desarrollo, definitivamente, no dispone de contenedor que lo recicle.
Una vez me dijeron que viajaba en el espacio, pero yo sabía que viajé en el tiempo. Observé calles de mi infancia, sin asfaltar, burros, autobuses antiguos, coches de cuando era pequeño, casas de un solo piso, desgastadas, que encerraban mucha historia, no vi televisiones, ni móviles, ni nada que oliese a tecnológico, vi gente con ropas que no estaban a la moda, vi gente descalza. Y se podía estar. A gustito. Y me quedé para siempre en ese mundo más fácil, en ese mundo descalzo.
Bien Edu, sigue contandonos tu viaje que conoceremos Ecuador como si hubieramos ido contigo. Un beso
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