viernes, 13 de noviembre de 2015

Un poquito de Quito




Quito se encuentra enclavado en el denominado surco interandino, que es la parte intermedia entre la Cordillera Oriental y la Occidental de los Andes. Eso hace que la capital ecuatoriana haya crecido y siga haciéndolo de forma alargada, de norte a sur, y no circularmente, como pueda ocurrir en la mayor parte de ciudades europeas, pues se encuentra a este y oeste bruscamente con dificultades orográficas de considerable altura. Vista desde un punto elevado, en este caso desde la Basílica del Voto Nacional, el aspecto es como un gran enjambre de casas y edificios que se pierde en el horizonte, tanto hacia un lado como hacia el contrario, con una intensidad que hace difícilmente imaginable cómo podría haber sido este lugar antes de que lo hubiesen pisado los conquistadores procedentes de nuestro continente tanto tiempo atrás. Y es que a pesar de que trajeron más conflictos, guerras, nuevas armas y enfermedades a los oriundos, probablemente el veneno más impactante que portaban no era otro que el concepto de “desarrollo” y su identificación con “prosperidad”. Hasta entonces, por estos lares, existía cierto equilibrio con la naturaleza. Nuestra civilización les enseñó a sacar partido de hasta la última gota de Tierra, y a denominar las transformaciones de la misma como progreso. El asfalto se identificó con la modernidad, la modernidad con lo correcto, y todo ello se encerró entre ladrillos y cemento. El desarrollo, definitivamente, no dispone de contenedor que lo recicle.





1 comentario:

  1. Bien Edu, sigue contandonos tu viaje que conoceremos Ecuador como si hubieramos ido contigo. Un beso

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