viernes, 7 de octubre de 2016

La bombilla, el dinero y tu tiempo



Como seguramente habréis visto u oído en algún lado, cuando se inventó la bombilla su duración era casi de por vida. De hecho, existe una que ha permanecido encendida desde 1901. No sé exactamente si a día de hoy está en funcionamiento, pero hace al menos cinco años aún seguía la tía cumpliendo su misión lumínica en un cuartel de bomberos de California (God bless America).

Esa bombilla suele ser el típico ejemplo de obsolescencia programada, eso de que todo producto tecnológico tiene una vida útil muy inferior a la que podría llegar a tener si premeditadamente no se hubiesen utilizado en su fabricación materiales no duraderos. Es el mismo proceso con el que tratan de explicarnos los que saben mucho de macroeconomía que es indispensable que se dé para que se genere más trabajo. Es necesario que la bombilla no dure cien años, sino mejor uno solo, así tenemos que comprarla anualmente, gastando más dinero en hacer que nuestra habitación esté iluminada, y promoviendo que se emplee a más gente para fabricar todas esas bombillas.

Me voy a meter en números y es posible que os vayáis distrayendo así que de vez en cuando voy a incluir palabras como sexo, o algo así, para intentar que recuperéis la concentración y volváis hacia atrás a releer si lo veis necesario y no os perdáis. Si es que no me pierdo yo por el camino.

Imaginaros la cuenta fácil cogiendo cien años. Antes, con una bombilla, tenías cien años de luz en la habitación; ahora, necesitas cien bombillas para tener la habitación iluminada esa misma cantidad de años. Para la construcción de la bombilla ancestral que duraba cien años imaginemos que requeríamos un trabajador, mientras que para las cien bombillas actuales necesitamos cien trabajadores. Vagina.

Imaginemos que cada bombilla cuesta un euro. Tener luz en la habitación con la bombilla ancestral durante cien años te cuesta un euro, mientras que con la bombilla de ahora, te cuesta cien, pues tienes que comprar cien bombillas. Por tener la misma cosa, antes estaba en circulación un euro y ahora cien, antes se daba trabajo a una persona y ahora a cien. Aquí viene uno de los que piensan que las cosas son así y siempre serán así y son inevitables, que este es el único sistema económico posible, y quedará contento con su justificación “¿Ves? ¡Es necesario consumir para que haya dinero y trabajo!”. Pene.

Pero se nos olvida un concepto muy importante, porque ese sí que nos influye directamente y no cambia de una generación a otra: nuestro propio tiempo invertido. Esto es una cosa que en el mundo que nos hemos creado no se tiene muy en cuenta, pues las mejoras tecnológicas nunca repercuten en nada al trabajador de a pie, ya que tenemos que seguir echando el mismo tiempo en el trabajo a pesar de que no se tarde un día entero en hacer un escrito a máquina y mandarlo por correo ordinario. Coito.

Imaginemos que en la fabricación de cada bombilla se tardase un día. Para tener lo mismo, luz en una habitación, utilizando un trabajador, con la bombilla de antes bastaba un día, con las de ahora tienes que invertir cien días. Aquí de nuevo el economista liberal defensor del capitalismo actual como el único posible estaría contentísimo, pues otra vez triunfa el empleo: este hombre en lugar de tener un contrato de un día lo tiene de cien. Masturbación.

Ya estoy llegando al final, no temáis. En mi ejemplo, me he basado en lo que cuesta fabricar la bombilla, ya sea en número de trabajadores, en dinero, o en tiempo invertido, ¿pero y si nos basásemos en la consecución del objetivo en sí? Quiero decir, lo importante no es la bombilla, sino que la habitación esté iluminada. A día de hoy, según el ejemplo, nos costaría cien euros, cien trabajadores o cien días. Con la de ayer invertiríamos un euro, un trabajador, un día ¿Por qué no hacer la bombilla primigenia que duraba cien años y necesitaba de un trabajador y un euro y darle el valor actual, con el número actual de trabajadores beneficiados y esas ganancias en euros y así poder disfrutar de más tiempo libre? Se contrataría a cien trabajadores que sólo tendrían que trabajar 0,01 horas para proporcionarte luz en tu habitación durante cien años. Por ese tiempo invertido ganarían el euro que cada trabajador hemos dicho que tendría de sueldo por ese trabajo, y el cliente pagaría los cien euros que a día de hoy cuesta tener la habitación encendida durante cien años ¿Por qué no hacer eso con todo lo que se produce? ¿Por qué no damos el valor que tendría fabricar las cosas de la manera actual para poder seguir manteniendo los niveles de vida actuales y que nadie se enfade pensando que si no tendríamos que volver a la prehistoria, pero utilizando la forma de fabricación menos consumidora de materia prima y tiempo con máxima durabilidad? ¿Por qué tenemos que invertir más tiempo, con más gasto de recursos de la Tierra, para obtener la misma “cosa” (luz en la habitación)? ¿Por qué no tenemos lo mismo por menos tiempo y por menos impacto ambiental si es posible hacerlo? Coño.

Leí hace poco que las nueve décimas partes de la economía actual es especulativa, está en alturas de la Bolsa en la que se vende y se compra con precios que cambian de un segundo a otro según circunstancias que nada dependen del coste de producción ni de los precios de venta, sino de otros elementos subjetivos que entran dentro del concepto de “Incertidumbre”. Así que teniendo en cuenta que ya se hace hoy día lo que les da la gana a algunos para dar un valor ficticio a determinadas cosas, no es posible que el especialista macroeconómico que piensa que la vida es así, que la economía no puede cambiar, que es inevitable, y que acepta el comportamiento de esas nueve décimas partes de economía especulativa como una circunstancia sobrevenida, nos diga que es imposible que le demos el valor ficticio de cien bombillas obsolescentes a lo que es sólo una bombilla inmortal. Tetas.

El ser humano es el que pone las reglas, y no al revés. Él dibujó la economía, así que no solo puede cambiar el color, sino también el material, y pasar de esos de madera con punta, tan ordenados y aparentemente estrictos a unos plastidecor más alegres que retraten una sociedad que pueda alcanzar más tiempo alejado de la producción innecesaria, y así no tener que admitir un sistema productivo que tarde mucho tiempo y utilice muchos recursos en fabricar cosas que duran poco, en lugar de otro que invierta poco tiempo y recursos en fabricar cosas que duren mucho. Y así podríamos dedicar más tiempo a nuestros hijos, hacer deporte, culturizarnos y viajar, además de simplemente producir. Cojones.


1 comentario:

  1. Vaya forma de evitar distracciones jaja
    a mi me parece muy interesante como ves la economia con este ejemplo

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