—¿Quién es ese?
—A ver, Soledad, tenemos que hablar.
—¿Ella es
Soledad?
—¿Y esa voz de
pito?
—Tranquila,
Soledad, un momento que te explique.
—¿Por qué se
queda aquí?
—¿Esta es la
famosa Soledad?
—Un momento… a
ver, Soledad, tú sabes que yo te quiero mucho, ¿no?
—¿Y eso a qué
viene?
—¿Entonces esta
es Soledad, la famosa Soledad del Escribido?
—Calla un
momento…
—¿Por qué se
dirige a mí como si me conociese, Edu?
—A, ver,
Soledad, yo te quiero mucho, ¡muchísimo! Lo sabes, ¿no? Pero… ¿ves a éste que
está aquí? Éste es Parte.
—¿Parte?
—Encantado,
Soledad.
—Sí, éste es La parte
olvidada, y va a vivir con nosotros a partir de ahora.
—¡¿CÓMO?!
—¿Puedo elegir
repisa, Edu?
—Un momento,
Parte. A ver, Soledad, no te pongas así.
—¿CÓMO QUE VA A
VIVIR CON NOSOTROS?
—Yo te voy a
seguir queriendo igual, es sólo que también voy a querer mucho a Parte.
—¡Eso es
imposible! Si a mí me quieres mucho y ahora vas a querer también a otro,
entonces me quitarás el tiempo que antes me dedicabas sólo a mí.
—¡Edu, a mí me
gusta la balda de ahí, con los libros que te llevas a los viajes! ¿Puedo irme
allí?
—¡Eh!, tú,
Parte, vamos a ver, te pondrás donde se te diga, ¡vas a venir ahora aquí
eligiendo!
—¡Soledad, por
favor, habla bien a tu hermano!
—¿Mi hermano? ¿Pero
esto qué es? ¡Si yo soy hija única!
—Bueno, eso es
lo que te quería decir. ERAS hija única. Ahora tienes un hermanito…
—¿Cómo? ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!
Recuerda! En la familia numerosa todo son ventajas!!!
ResponderEliminarJajaja, a ver cómo se acoplan los dos y ya iremos pensando en el tercero...
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