Lees algo interesante
que concuerda con lo que piensas y lo recoges y sitúas en una parte de tu
cerebro predominante a la que acudes asiduamente para reutilizar en la ocasión
oportuna. Oyes a gente que piensas que sabe pero te dice cosas que no
compartes, así que recoges también esas palabras y las sitúas en un lugar
distinto, donde transformarás el significado y lo adaptarás a tu experiencia y
formación, reciclando un pensamiento original en otro que a veces no tiene
absolutamente nada que ver con lo que fue. Escuchas a algunos soltar palabras
como si fuesen escupitajos, llenas de odio, y también notas cómo son
transportadas a tu cerebro y situadas mediante neuronas y conexiones sinápticas
en un contenedor directo a incineración. Serán tratadas mediante un proceso de
quemado al no poseer valor alguno, pero en su destrucción quedará un residuo en
forma de ceniza que se depositará en el vertedero cerebral, y que si se hace muy
frecuente podrá provocar, por contaminación gramatical, que aprendas a escupir
también.
Las palabras tienen un tratamiento que asemeja al de los residuos. Reutiliza
las interesantes, recicla las que no compartes y quema las formas más sucias y
que no contienen valor alguno. Con todo ello se crea una pasta que conforma
nuestra personalidad y que nos hace pensar y comportarnos de una manera o de
otra. Por ello es importante que reutilices y recicles las palabras interesantes,
y reduzcas las que deben quemarse y producen ese humo tóxico. Contribuirás a
mejorar tu medio ambiente literal y notarás cómo poco a poco serás capaz de
mirar, escuchar y decir de una manera distinta, más limpia, más pura, más
bonita. Y será entonces cuando podamos decirnos cualquier cosa.
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