martes, 11 de mayo de 2021

¿Cuáles son mis ilusiones?

 

Una buena amiga me ha preguntado cuáles son mis ilusiones, y yo le he dicho que casi no tengo ninguna, que me conformo con poco.

Lo único que quiero es que el mundo apague la tele y lea, mucho. Y que alguno lea mis libros, ya que estamos. Que la moda, de cualquier cosa, se extinga. Que no queramos llevar la ropa que se pone algún actor, que no tengamos que pensar lo mismo que dice un tertuliano, que no estemos obligados a hacer lo que hace algún famoso, para sentir que estamos haciendo lo correcto. Que no hubiese grandes corrientes, que el Main Stream no existiese, que todos fuésemos felices peces que nadan en diferentes pequeñas corrientes con la tranquilidad de no ser pescados y la posibilidad de cambiar de corriente cuando nos apeteciese. Que no hubiese obras debajo de casa. Que la felicidad no fuese consumo, que el agustismo estuviese en mirar, oír, tocar, oler, saborear. Que nos contentásemos con andar, hacer deporte, leer, viajar, charlar, conocer gente y lugares nuevos. Que nadie al ver un hermoso animal salvaje sintiese la necesidad de matarlo. Que pudiésemos admirar la naturaleza sin destruirla. Que la prisa desapareciese, evaporada, y que sólo lloviese prisa cuando quiero irme de un sitio y nos liamos con despedidas interminables. Que los niños no fuesen evaluados. Que los profes no tuviesen que cumplir unos temarios extensísimos. Que una clase con adolescentes pudiese consistir en “hoy vamos a ver cómo amanece”. Que el aprendizaje fuese algo atractivo, no una imposición que nos obliga a ocupar el tiempo en lo que dice un libro de texto. Que los niños pudiesen descubrir lo que les interesa sin prisas. Que el camino hacia el mundo adulto no fuese un conjunto de reglas estrictas para prepararse para el serio mundo de los mayores. Que el mundo adulto no fuese serio y no hablase tan alto y con tanta seguridad de que lo que dice es importante. Que al vivir sin prisa y sin necesidad de consumo para divertirnos, necesitásemos trabajar menos y así explotásemos menos el medio, y tuviésemos una naturaleza más limpia y unos hobbies y relaciones personales mucho más sanos.

Ya, ya lo sé. Demasiadas expectativas puestas en el mundo, ¿no? Ya… pero tengo un plan B. Si todas estas ilusiones que tengo puestas en el mundo no se cumpliesen, crearé mi pequeña corriente de agua con la tranquilidad de no ser pescado y le diré que se venga conmigo. Pondremos un cartel en la puerta que ponga “Abierto para utópicas y utópicos. Absténganse los serios adultos de la matraca de el mundo no se puede cambiar, es así y así será siempre”. Yo creo que alguna gente se uniría.



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