martes, 17 de diciembre de 2013

Se busca


Dicen que una vez que entras en la Medina de Fez corres el riesgo de quedar atrapado allí por siempre jamás. Un laberinto de callejones estrechos, con multitud de puestos y tiendecitas, de vendedores que tratan por todos los medios de que les compres, que intentan convencerte de que su producto es el mejor de todos. Callejas a rebosar de gente que viene y va, cargando cualquier cosa, una bolsa gigante llena de especias, un caballo que carga millones de telas, un anciano pensativo, un sonido en el aire de “Allahu Akbar” que te transporta a otra época, a otro mundo, procedente  del Muecín que llama a la oración, unos pasadizos que no cumplirían los criterios de higiene a los que nuestra parte del mundo está acostumbrada, un giro a la derecha, uno más a la izquierda, de nuevo a la izquierda, otra vez a la derecha, ahora se bifurca, y así hasta el infinito. Cuenta la leyenda que una vez, hace mucho tiempo, un viajero errante se adentró entre sus murallas, y paseó por sus calles, primero con seguridad, disfrutando de lo que veía, del espectáculo de colores, sonidos y olores de este lugar, sus gentes, sus miradas; luego con preocupación, al comprobar que no era tan fácil como se imaginaba orientarse allí; y por último con auténtico pavor al verificar que no daba con el camino correcto hacia el exterior. Cuenta dicha leyenda que quedó atrapado en la Medina para siempre, sin poder salir, que las autoridades internacionales decretaron una orden de busca y captura para encontrarlo, pero que no consiguieron nada, nadie pudo verlo nunca. La orden aún sigue vigente: “Se busca a un desaparecido, su nombre es Respeto. Si lo encuentran, propáguenlo”. 


2 comentarios:

  1. Me he pasado la lectura con un poco de horror, pensando que yo fuera quien que me quedaba atrapada, pero genial el final.

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  2. Genial, maravillosos relato

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