El Kama Sutra fue una obra escrita por un
religioso y escritor indio llamado Vatsiaiana,
en un periodo indeterminado comprendido entre el siglo I y el VI d.C. Alrededor
del año 1000 se construyeron los templos de Kahajuraho,
cuyas fachadas están adornadas con multitud de escenas eróticas, esculpidas
para que sirvieran de enseñanza del Kama
Sutra a los jóvenes de la época, que se familiarizasen con las múltiples formas
que tiene el amor. Aquí existen escenas de todo tipo: hombre con mujer, mujer
con mujer, hombre con hombre, hombres con mujeres, mujer con muchos hombres,
hombre con muchas mujeres, veo hasta hombre con caballo y mujer. Y esto ocurría
hace mil años, y se veía normal. Imagino
aquella sociedad “libertina” de la época y lugar, y la comparo con la sociedad
puritana que tuvo que ser la nuestra en esos mismos años, y llego a la
conclusión de que hubo lugares en el mundo en el que tuvo que ser mucho más
entretenido vivir que en el nuestro. Así, algunos dibujaron un escenario para
el común de los mortales que tuvo la suerte de nacer en esos años que consistía
en nacer, crecer e ir a las guerras continuamente, a las cruzadas, y por tanto
morir. Y quizás esas personas cabalgaban hacia la batalla anhelando un mundo
imaginario en el que el camino normal fuese nacer, crecer, hacer el amor
continuamente, y por tanto vivir. Lo verían como una utopía, una vida en la que
poder amar en lugar de pelear, una vida en la que dejar de clavar la espada y
matar a personas que no conocía y empezar a clavar… (tranquilos, voy a detener
la metáfora aquí). Todos aquellos que seguían aquel destino nunca llegarían a
comprobar que lo que imaginaban no era una utopía, sino que existía, y estaba en India.
Lamentablemente, la guerra tuvo mejores profetas que el amor, y aquellas
figuras que ahora tengo enfrente quedaron como vestigios de un futuro que pudo
ser y no fue, de tal manera que ahora una película de disparos y muertes podría
ser vista por todos los públicos mientras que otra en la que saliese un pecho
ya estaría catalogada para mayores, al igual que la violencia de unos cuantos
encapuchados contra la policía puede ser continuamente expuesta en cualquier
telediario, mientras que el amor desprendido de una manifestación pacífica tiene
que pasar numerosos filtros calificativos para siquiera ser tenida en cuenta.
Una vez me dijeron que viajaba en el espacio, pero yo sabía que viajé en el tiempo. Observé calles de mi infancia, sin asfaltar, burros, autobuses antiguos, coches de cuando era pequeño, casas de un solo piso, desgastadas, que encerraban mucha historia, no vi televisiones, ni móviles, ni nada que oliese a tecnológico, vi gente con ropas que no estaban a la moda, vi gente descalza. Y se podía estar. A gustito. Y me quedé para siempre en ese mundo más fácil, en ese mundo descalzo.
Poco a poco vas haciendo un pequeño libro de ensayos cortos, tipo columna, del mayor interés...Me he convertido en un seguidor asiduo :-)
ResponderEliminar¡Que un editor que por error acabe visitando este blog, te oiga! jejeje, muchisimas gracias, como siempre, Emilio. Tus palabras levantan el ánimo.
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