martes, 18 de marzo de 2014

Mi mayor chasco viajero


Mi mayor chasco viajero resultó aquel verano que quise innovar y viajar a un lugar distinto a los que había viajado antes. Estaba cansado de ver siempre lo mismo, ciudades como la mía, o muy parecidas, con todo asfaltado, gente ordenada que andaba por la acera, coches que correctamente circulaban por la carretera, todo limpio y muy aséptico. Así que opté por apuntarme a un viaje de esos que anunciaba una nueva compañía de viajes. El secreto era que no viajaban en el espacio, sino en el tiempo. Me dieron un folleto, para que eligiese a qué año quería viajar. Me costó decidirme, muchos eran los momentos que me gustaría haber visto, pero con el ansia de desprenderme de todo esto que veía a mi alrededor, de todo el material construido por el hombre que no me permitía disfrutar de la naturaleza, opté por viajar al pasado más remoto del ser humano. Cogería billete para la Prehistoria. Sí, allí quería ir, a la misma Prehistoria, donde todo era naturaleza, no existía el dinero, los seres humanos íbamos tal y como vinimos al mundo, y nuestras actividades se basaban en cazar, recolectar, y andar por el campo, a la luz del sol, o resguardado en la caverna esperando al paso del invierno. Pues eso, para allí compré el billete, me subí a aquel medio de transporte intertemporal, con ventanas a los lados para ver el paisaje. Estábamos cinco o seis personas más, no me detuve a contarlas pues estaba ansioso con el viaje. La especie de autobús arrancó, y ahí que empecé a ver por la ventana cómo cambiaba todo el paisaje, como se hacía todo más antiguo, la imagen se distorsionaba, se ponía en blanco y negro, luego sin sonido, luego desaparecía la imagen, de nuevo volvía y todo parecía como más natural, más rústico, estaba yendo al pasado, cada vez más rápido. De vez en cuando el chofer paraba y decía “¡Edad Media!”, y se bajaba uno, o “¡Año 0!” y se bajaba otro. Así hasta quedar yo sólo. Estaba emocionado, por fin experimentaría lo que había deseado siempre, ver el mundo cuando todo era inocente, cuando no existían las cosas que el hombre había creado para hacérnoslas necesarias. Cuando la vida era sol, plantas, animales, viento, agua. Se paró el autobús, y el chófer gritó "¡Prehistoria!". Era mi turno, me bajé, y fue entonces, en el momento en que desapareció de mi vista el vehículo, cuando me llevé el mayor chasco, o, llamémosle, la mayor sorpresa de mi vida viajera. Vestido con unas pieles de oso, y con un cacho de palo en la mano, haciendo ruidos de cavernícola, un ser humano se acercaba a mí. No era un Neanderthal, este ser era ya un Sapiens con todas las letras. No podía creerlo. Me estaba dando la bienvenida a la Prehistoria su primer habitante humano. Era Jordi Hurtado.




3 comentarios:

  1. Esas cosas te pasan por intentar investigar, inconscientemente, como se gestó "Saber y ganar". Muy divertido, Eduardo. Yo me habría conformado con haber llegado a París en los años en que era la capital literaria del mundo,,, y haberme encontrado allí con César Vallejo o Cortázar. Ellos si que sabian cosas. Al menos del mundo que a mí más me interesa. Es una pena que no repitas estas cosas en el muro de NW... o en el grupo Regreso a Itaca. Estoy seguro de que a todos les encantaría leerte más a menudo. Los blogs individuales tienen el alcance que tienen, salvo que sean los de Madonna o Cristiano Ronaldo ( bueno sus páginas en fb )... de todas formas a algunos nos gusta encontrar pequeñas joyas aunque no están expuestas al gran público. Se trata de viajar de modo minoritario... pero especial. Aunque nos llevemos alguna sorpresa inesperada en el trayecto y no siempre acabe el viaje como imaginábamos.

    ResponderEliminar
  2. Que bueno y divertido Edu. Hace tiempo no comento, pero te leo todo y me lo paso muy bien. Estoy de acuerdo con el anterior comentario de Emilio, es una pena que no te puedan leer mas. Mi animo siempre.

    ResponderEliminar
  3. Muchísimas gracias a los dos, Emilio y cisne negro, no sabéis la alegría que me da leeros. Emilio, sí, tengo que volver a NW, llevo unas semanas bastante ocupadas y al final sólo entraba para mirar pero no participar. Prometo volver pronto más activo, muchas gracias. Por cierto, que precísamente estoy leyendo ahora los cuentos completos de Cortázar, si finalmente consigues viajar a esa época francesa, dale recuerdos de mi parte y mi enhorabuena. Mil gracias por tus palabras, cisne negro.Recibo el ánimo, me lo guardo en un bolsillo, ahora lo vuelvo a sacar, y hago malabares, y me lo guardo en el otro. De nuevo lo saco, lo lanzo al aire, hacia arriba, como si fuese un cacahuete, y lo encesto en mi propia boca. Ea, ya me lo he comido, ¡me has animado!

    ResponderEliminar

Comenta, no te lo quedes dentro.