jueves, 10 de junio de 2021

Me lo creí

 

Desde pequeño he sido muy obediente e imaginativo. Me resultaba fácil creer. Me creí lo del Ratón Pérez, lo de Papa Noel, lo de los Reyes Magos. Me creí lo de Jesús, lo del padre, el hijo y el Espíritu Santo, lo de la Virgen y los milagros. Me creí lo de la Semana Santa, que Dios estuviese pendiente de si la vivíamos con intensidad. Me creí las oraciones, que tenían efecto y que de verdad Dios necesitaba oír nuestras peticiones y alabanzas para repartir justicia. Me creí que podía volar como Goku y sacar de mis manos una onda vital. Me creí lo de Pressing Catch, pensaba que Hulk Hogan y el Último Guerrero se estaban dando de verdad. Me creí que si entrenaba mucho llegaría a la NBA. Me creí lo de que el trabajo duro tendría recompensa. Estudiaba mucho porque era lo que había que hacer y porque quería ser médico y para eso era necesaria mucha nota. Me creí que el mundo competitivo era así por naturaleza, como por naturaleza llueve o hace frío o calor. Me creí que si lo normal era dedicarle un tiempo determinado a algo, yo debía dedicarle el doble y superaría al resto. Así, tiraba 100 tiros libres cada día de cada verano porque se lo oí a Petrovic y me creí que si lo hacía llegaría a ser Petrovic. Así, estudiaba todas las tardes después del colegio sin que nadie tuviese que obligarme. Me creí que estudiar una carrera era sinónimo de tener un buen futuro. Después me creí que un máster mejoraría mi futuro, y un segundo máster lo mejoraría más aún. Me creí que eso me prepararía para un trabajo de ensueño. Me creí que el trabajo dignifica, y que a quien madruga Dios le ayuda. Me creí que mi primer trabajo me abriría puertas, que los segundos trabajos, con más experiencia, me abriría ascensos, que más años trabajando me darían estabilidad, que más tiempo aún me consolidaría en algún puesto de responsabilidad. Me creí que ese era el sentido de la vida, que ese era el objetivo vital que debía seguir, un camino de creencias hecho de esfuerzos que tienen su recompensa. “Pues haber estudiado”, podría responder entonces, insensible, a cualquiera que me dijese algo sobre las desigualdades del mundo. 

        Lo malo de las creencias es que la realidad acaba siempre imponiéndose. La Tierra es esférica aunque creas que es plana, la gravedad atrae a los cuerpos aunque creas que puedes volar, el esfuerzo no tiene siempre su recompensa por mucho que lo repitas.

            Hijo, mantente sano y fuerte, aprende cosas, diviértete y no hagas daño a nadie. Lo demás es bullshit.




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