viernes, 2 de julio de 2021

La barca

 

Existe una barca que se dirige a un mundo donde las leyes no las dicta una persona mayor, con muchas propiedades y mucho miedo a perderlas. Allí la juventud manda, las oportunidades son infinitas, se puede uno equivocar mil veces, nadie compite, ninguna persona tiene que simular ser otra distinta para ser respetada. No hay mentira, no hay enfados ni odios, y las cosas se pagan con sonrisas de verdad, no simuladas. Un mundo donde la gente lee mucho, pero no siempre libros: leen montañas y lagos y mares y personas y naturaleza. Leen alegría. Hablan con la mente y la palabra, pero también con la cara y el cuerpo.

Yo sé de dónde sale esa barca y hacia dónde va, me he montado en ella y he llegado al destino, sé cuánto dura el trayecto y lo bien que te tratan allí, y debo deciros que nada es igual desde entonces y que cuando salgo de allí, ese mundo me acompaña SIEMPRE y ahí es donde empiezan los inconvenientes, porque ya no entiendo este mundo de aquí tan competitivo, donde tan habitual es simular ser otra persona, donde las palabras no siempre dicen lo que el corazón y la cabeza sienten.

Cada vez que me subo al coche a hacer cualquier recado me acuerdo de la barca e imagino que voy en ella y pienso en que mi destino entonces no será al que realmente voy sino al que me llevaba la barca y trato de llegar al mundo aquel tan bonito y actuar y pensar y ver todo como se veía allí, aunque donde arribe sea a nuestro mercado laboral, a nuestra sociedad consumista, a la felicidad comprada.

Ay.



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