Antes del viaje,
cuando te informas sobre la India, o te hablan previamente de ese país, una de
las frases más utilizadas es que la India es “un país de contrastes”. Al
leerla, piensas que es una bonita frase, de atracción turística, que da una
idea del exotismo del lugar para gente tan ordenada como los que procedemos de
esta parte del mundo. Hasta que vas allí y lo compruebas con tus propios ojos.
Allí nada se suele regir por normas parecidas a las que tenemos en nuestro
país. Se da el caso de que hasta que te acostumbras a que todo lo que veas, por
mínimo que sea, será distinto, parece que fueses andando continuamente con la
boca abierta. Y es que no es cuestión de diferencias entre países, sino que la
diferencia está más arriba, en el ámbito de las civilizaciones. Dos
civilizaciones (si es que hoy en día podemos utilizar este concepto) regidas
completamente por problemas y valores distintos. Hay muchísimos ejemplos sobre
ello, pero me voy a fijar en uno muy simple que encontré en una de las impresionantes
playas de Goa. Se trataba de un cartel aparentemente sin importancia, situado
en un lateral del acantilado que daba acceso a la playa. Un cartel que, a la
vez, te aconseja y advierte de varias cosas en un cóctel sorprendente. Disfruta
del mar pero respeta las normas. Nada solo en la zona demarcada. Una especie de
si bebes, no nades, tu amor te está esperando en casa (ya aquí te empiezas a poner
en guardia, a ver cómo va a terminar esto). En caso de emergencia llama a la
policía, a la policía turística, a la guardia costera, o a ¿abuso de niños? Ostras,
ya aquí uno se va cuadrando, qué de cosas pueden ocurrir en este lugar. A
continuación te advierten de que estás siendo vigilado y te detallan cuatro
prohibiciones concretas: no escupas en lugares públicos, no tires basuras, no
abuses de los niños y no fumes en lugares públicos. Todo en el mismo saco. Me
puse a imaginar a una persona que tira basura considerada igual de criminal que
alguien que abusa de niños. En fin, no trates de entenderlo, pensé, en todo eso
debía haber algo que yo no alcanzaba a entender, y continué mi camino. Y esa es
una frase que tengo que recordar cada vez que viajo a la India: no trates de
entender su mundo, es así de incomprensible para ti, como nuestro mundo lo será
para cualquiera que venga del suyo. Por eso vuelvo de vez en cuando a la India,
para ver si algún día consigo comprenderlo.
Una vez me dijeron que viajaba en el espacio, pero yo sabía que viajé en el tiempo. Observé calles de mi infancia, sin asfaltar, burros, autobuses antiguos, coches de cuando era pequeño, casas de un solo piso, desgastadas, que encerraban mucha historia, no vi televisiones, ni móviles, ni nada que oliese a tecnológico, vi gente con ropas que no estaban a la moda, vi gente descalza. Y se podía estar. A gustito. Y me quedé para siempre en ese mundo más fácil, en ese mundo descalzo.
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