Mis primeros
recuerdos sobre Sevilla y Cádiz me hacían ver que los habitantes de ambas
ciudades eran totalmente distintos. Después fui conociendo el resto de
provincias andaluzas, y vi entonces que gaditanos y sevillanos nos parecíamos
muchísimo, pero que éramos totalmente distintos al resto de andaluces, no había
ningún punto de unión entre nosotros. Comencé a salir fuera de Andalucía, y
entonces entendí que los andaluces éramos muy parecidos, pero completamente
distintos a madrileños, catalanes o vascos, que tenían otros intereses
diametralmente opuestos. Y entonces salí a otros países de Europa, y me di
cuenta de lo parecidos que somos los españoles, y lo distintos que somos a los
europeos, de ciudades tan limpias, tan ordenadas, tan perfectas. Ahora me
encuentro en Jodhpur, en la India, y aquí, de espectador de todas estas cosas fascinantes que
pasan ante mis ojos, no puedo más que concluir que los europeos somos muy
parecidos entre nosotros, pero completamente distintos a los indios, dos culturas
que no tienen nada que ver la una con la otra y cuya normalidad manifiesta en
cada imagen que se aparece ante mis ojos corresponde con una excepción en
nuestro mundo. Obviamente a estas alturas ya he aprendido que había sido un
necio al pensar eso, pues no debería necesitar irme a otro planeta para hacerme
ver lo parecidos que en realidad somos con los indios, de ser consciente de los
aspectos que compartimos todos los terrícolas, con los cuales lo único que me
separa son el tiempo y el espacio. No debería ser necesario esperar a viajar a
Marte para empezar a tratarnos como lo que somos: nada más que lo mismo en
distintos lugares, en diferentes momentos y con distintas circunstancias. Yo
podría haber sido ellos, ellos podrían haber sido yo.
Una vez me dijeron que viajaba en el espacio, pero yo sabía que viajé en el tiempo. Observé calles de mi infancia, sin asfaltar, burros, autobuses antiguos, coches de cuando era pequeño, casas de un solo piso, desgastadas, que encerraban mucha historia, no vi televisiones, ni móviles, ni nada que oliese a tecnológico, vi gente con ropas que no estaban a la moda, vi gente descalza. Y se podía estar. A gustito. Y me quedé para siempre en ese mundo más fácil, en ese mundo descalzo.
Inteligente, sensible, lúcido, diferente en el tratamiento, bien escrito... solo puedo decir al leerlo: qué maravilla de texto, Eduardo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias! ;)
ResponderEliminarSurmano soy Willy!!!! Qué bonita la ciudad azul!!!!! y qué verdad lo que dices... se arreglará el mundo alguna vez????
ResponderEliminarGracias, primo, ya sospechaba yo algo de eso, pero oye, como no encontraba un rato para viajar pues así estaba yo, todo patriotero perdido...
ResponderEliminary viajando descubrimos también que no somos uno, sino cientos de personalidades que el tiempo y el espacio dejan aflorar .... Muy inspiradora tu reflexión
ResponderEliminar¡Muchísimas gracias por vuestras palabras y por participar!
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