Como seguramente
habréis visto u oído en algún lado, cuando se inventó la bombilla su duración
era casi de por vida. De hecho, existe una que ha permanecido encendida desde
1901. No sé exactamente si a día de hoy está en funcionamiento, pero hace
al menos cinco años aún seguía la tía cumpliendo su misión lumínica en un
cuartel de bomberos de California (God bless America).
Esa bombilla suele
ser el típico ejemplo de obsolescencia programada, eso de que todo producto
tecnológico tiene una vida útil muy inferior a la que podría llegar a tener si
premeditadamente no se hubiesen utilizado en su fabricación materiales no
duraderos. Es el mismo proceso con el que tratan de explicarnos los que saben
mucho de macroeconomía que es indispensable que se dé para que se genere más
trabajo. Es necesario que la bombilla no dure cien años, sino mejor uno solo,
así tenemos que comprarla anualmente, gastando más dinero en hacer que nuestra habitación
esté iluminada, y promoviendo que se emplee a más gente para fabricar todas
esas bombillas.
Me voy a meter
en números y es posible que os vayáis distrayendo así que de vez en cuando voy
a incluir palabras como sexo, o algo así, para intentar que recuperéis la
concentración y volváis hacia atrás a releer si lo veis necesario y no os
perdáis. Si es que no me pierdo yo por el camino.
Imaginaros la
cuenta fácil cogiendo cien años. Antes, con una bombilla, tenías cien años de
luz en la habitación; ahora, necesitas cien bombillas para tener la habitación
iluminada esa misma cantidad de años. Para la construcción de la bombilla
ancestral que duraba cien años imaginemos que requeríamos un trabajador,
mientras que para las cien bombillas actuales necesitamos cien trabajadores.
Vagina.
Imaginemos que
cada bombilla cuesta un euro. Tener luz en la habitación con la bombilla
ancestral durante cien años te cuesta un euro, mientras que con la bombilla de
ahora, te cuesta cien, pues tienes que comprar cien bombillas. Por tener la
misma cosa, antes estaba en circulación un euro y ahora cien, antes se daba
trabajo a una persona y ahora a cien. Aquí viene uno de los que piensan que las
cosas son así y siempre serán así y son inevitables, que este es el único
sistema económico posible, y quedará contento con su justificación “¿Ves? ¡Es
necesario consumir para que haya dinero y trabajo!”. Pene.
Pero se nos
olvida un concepto muy importante, porque ese sí que nos influye directamente y
no cambia de una generación a otra: nuestro propio tiempo invertido. Esto es
una cosa que en el mundo que nos hemos creado no se tiene muy en cuenta, pues
las mejoras tecnológicas nunca repercuten en nada al trabajador de a pie, ya
que tenemos que seguir echando el mismo tiempo en el trabajo a pesar de que no
se tarde un día entero en hacer un escrito a máquina y mandarlo por correo
ordinario. Coito.
Imaginemos que
en la fabricación de cada bombilla se tardase un día. Para tener lo mismo, luz en
una habitación, utilizando un trabajador, con la bombilla de antes bastaba un
día, con las de ahora tienes que invertir cien días. Aquí de nuevo el
economista liberal defensor del capitalismo actual como el único posible estaría
contentísimo, pues otra vez triunfa el empleo: este hombre en lugar de tener un
contrato de un día lo tiene de cien. Masturbación.
Ya estoy
llegando al final, no temáis. En mi ejemplo, me he basado en lo que cuesta
fabricar la bombilla, ya sea en número de trabajadores, en dinero, o en tiempo
invertido, ¿pero y si nos basásemos en la consecución del objetivo en sí?
Quiero decir, lo importante no es la bombilla, sino que la habitación esté
iluminada. A día de hoy, según el ejemplo, nos costaría cien euros, cien trabajadores
o cien días. Con la de ayer invertiríamos un euro, un trabajador, un día ¿Por
qué no hacer la bombilla primigenia que duraba cien años y necesitaba de un
trabajador y un euro y darle el valor actual, con el número actual de trabajadores
beneficiados y esas ganancias en euros y así poder disfrutar de más tiempo
libre? Se contrataría a cien trabajadores que sólo tendrían que trabajar 0,01
horas para proporcionarte luz en tu habitación durante cien años. Por ese
tiempo invertido ganarían el euro que cada trabajador hemos dicho que tendría
de sueldo por ese trabajo, y el cliente pagaría los cien euros que a día de hoy
cuesta tener la habitación encendida durante cien años ¿Por qué no hacer eso
con todo lo que se produce? ¿Por qué no damos el valor que tendría fabricar las
cosas de la manera actual para poder seguir manteniendo los niveles de vida
actuales y que nadie se enfade pensando que si no tendríamos que volver a la
prehistoria, pero utilizando la forma de fabricación menos consumidora de
materia prima y tiempo con máxima durabilidad? ¿Por qué tenemos que invertir
más tiempo, con más gasto de recursos de la Tierra, para obtener la misma
“cosa” (luz en la habitación)? ¿Por qué no tenemos lo mismo por menos tiempo y
por menos impacto ambiental si es posible hacerlo? Coño.
Leí hace poco
que las nueve décimas partes de la economía actual es especulativa, está en
alturas de la Bolsa en la que se vende y se compra con precios que cambian de
un segundo a otro según circunstancias que nada dependen del coste de
producción ni de los precios de venta, sino de otros elementos subjetivos que
entran dentro del concepto de “Incertidumbre”. Así que teniendo en cuenta que
ya se hace hoy día lo que les da la gana a algunos para dar un valor ficticio a
determinadas cosas, no es posible que el especialista macroeconómico que piensa
que la vida es así, que la economía no puede cambiar, que es inevitable, y que
acepta el comportamiento de esas nueve décimas partes de economía especulativa
como una circunstancia sobrevenida, nos diga que es imposible que le demos el
valor ficticio de cien bombillas obsolescentes a lo que es sólo una bombilla inmortal.
Tetas.
El ser humano es
el que pone las reglas, y no al revés. Él dibujó la economía, así que no solo
puede cambiar el color, sino también el material, y pasar de esos de madera con
punta, tan ordenados y aparentemente estrictos a unos plastidecor más alegres que retraten una sociedad que pueda alcanzar
más tiempo alejado de la producción innecesaria, y así no tener que admitir un
sistema productivo que tarde mucho tiempo y utilice muchos recursos en fabricar
cosas que duran poco, en lugar de otro que invierta poco tiempo y recursos en
fabricar cosas que duren mucho. Y así podríamos dedicar más tiempo a nuestros
hijos, hacer deporte, culturizarnos y viajar, además de simplemente producir.
Cojones.