jueves, 7 de noviembre de 2013

Utopía


A veces pienso en cómo sería el primer humano que cambió las cosas. Imagino un mundo igualitario en el que un niño tuviese un repentino ataque de ambición, que estuviese descontento en la igualdad imperante en su tribu, poblado, aldea, pueblo o ciudad, que comenzó no sintiéndose realizado, cansado de tener lo mismo que tenía el resto. Un niño que quería diferenciarse de ellos, que ansiaba más. Y en sus charlas con sus  amigos imaginaba un mundo en el que unas personas pudiesen tener más que otras. Que unos pudiesen tener el doble que otros, el triple. Que una persona pudiese tener diez veces más que otra, cien veces, mil más. Que pudiese tener cien mil veces más que otro. Que una sola persona pudiese tener igual que el presupuesto de un país entero. Sus amigos se reían de él, le llamaban tonto, le decían insensato, eso es una utopía, que una persona tenga tantísimo más que otra, ¿para qué? ¿Y cómo va a poder ser eso? Eso es imposible, la gente no lo permitiría jamás. Pero él seguiría, erre que erre con su tema dándole vueltas a la cabeza, todos tenemos lo mismo, todos una casa donde dormir, agua y comida que llevarnos a la boca, podemos ducharnos cuando queramos, tenemos la posibilidad de viajar, por autobús, tren o incluso un coche. Estoy harto de eso, diría, yo quiero al menos el doble que lo que tiene el resto para sentirme realizado, qué injusticia, no poder tenerlo, voy a tener que conformarme sólo con lo que tiene todo el mundo…

 A veces pienso en ello cuando viajo. Y cuando vuelvo, y salgo a la calle, o pongo la tele, o leo los periódicos o escucho la radio me da la impresión de estar viviendo lo que en ese mundo igualitario considerarían una utopía. Y me pregunto que si se ha hecho tan real la utopía de ese niño por amasar fortuna, quizás también pueda hacerse real la utopía de que éste en el que vivimos vuelva a ser un mundo más justo, un mundo más igualitario. Un mundo descalzo.

3 comentarios:

  1. El problema es que, a veces, hay quien cree sensato cambiar los pies descalzos por unos pies metidos dentro de un par de mocasines fabricados con piel de cocodrilo.

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  2. Habrá una charla entre un padre y un hijo en el futuro en el que el mayor le diga al menor: "Desaparecieron los cocodrilos porque queríamos ponernos zapatos con su piel. ¿Lo comprendes, no?". Y el niño le mirará inocentemente pensando "¡Esto es de locos!"

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  3. Ojala llegara ese momento....qué bonito escribes

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