lunes, 25 de noviembre de 2013

El autobús de Otto


Los Simpson. El autobús escolar que lleva Otto, el conductor guay que todo niño de la edad de Bart quería tener, pues era el único que siempre les contaba la verdad sin el clásico “cuando seas mayor lo entenderás”. En ese autobús estoy montado ahora mismo, pero no recorro las calles de Springfield, ni soy ningún colegial de 9 años. Soy bastante mayor que eso, estoy en Diriamba, y me dirijo a Masaya, y es en este justo momento cuando he logrado entender el significado de un concepto que creía tener totalmente aprendido, “autobús”. Quizás haya sido el espíritu de Otto, que se encuentre por aquí, el que me ha ayudado a descubrir esta verdad. El autobús es de ese estilo, de los amarillos, de los que en Estados Unidos consideran que no tiene la calidad suficiente para seguir transportando a sus hijos, pero que no tienen inconveniente en que se use en calles centroamericanas. Debe tener más de cuarenta años. El ruido que hace su motor es estruendoso, la suspensión hace que te claves el hierro del asiento cada vez que el conductor mete una marcha, si es que tienes la suerte de pillar sitio, y además tus piernas caben en la separación entre asientos de este autobús fabricado originalmente para transportar niños de menos de diez años pero que aquí sirve como autobús de línea para todo tipo de personas. Por eso el nicaragüense debe de amoldarse a esas dimensiones. Y lo hace estupendamente. A mí se me da fatal realizar contorsiones, así que decido ir de pie, lo cual me obliga a poner todos los músculos en tensión para no caerme, ahora giro hacia un lado bruscamente, ahora hacia otro aún más brusco, intentando contrarrestar la fuerza centrífuga (¿o era la centrípeta?) producida por los cambios de dirección, teniendo que hacer demasiados movimientos corporales que sólo aprecio en mi mismo, el resto de usuarios con los que comparto viaje están totalmente habituados a ello y prácticamente no se mueven. Por otra parte, creo tener situada perfectamente la definición de la expresión “autobús lleno” en mi cabeza europea, sabría delimitar a partir de qué momento ya no cabe nadie más dentro, pero de repente vengo aquí y se me caen todas las ideas previas de la física que conocía. El autobús va lleno, y, cuando creo que no puede entrar nadie más, siempre cabe alguno más. Y cuando ya no cabe alguno más, entran otros cinco. Y cuando creo que está todo el espacio usado, vuelve a caber otro, cargado con un saco enorme o unas cuantas gallinas. Y así hasta el infinito. Da la impresión de que el autobús para cada minuto, dejando o recogiendo a alguien. Creo que se para allá donde tú le digas al “jefe”, pues es lo que estoy viendo, pero al llegar mi turno de bajarme y decirle que me deje en la siguiente esquina, el chofer me contesta “no, no se puede parar en cualquier sitio, te dejaré en la siguiente parada”. Empiezo a estresarme pues mis criterios occidentales de transporte no se están cumpliendo, además de las incomodidades sufridas no puedo planear dónde será el momento y lugar exacto de mi llegada. Así que decido mirar hacia arriba, suspirando, tratando de pensar en positivo, cuando de repente me encuentro ese cartel. “Si va de prisa levántese temprano y no moleste”. Zas en toda la boca. La vida me acaba de enseñar que mi normalidad no es la normalidad del mundo, y que no tengo que exigir la perfección, el orden y la puntualidad en todo para que algo salga bien. Desde entonces, no dejo escapar la oportunidad de viajar siempre, como primera opción, y con el nuevo concepto aprendido, en los autobuses de Otto, aquel lugar que me bajó de mi chulería europea, y que se convirtió en uno de los lugares más divertidos y donde más cosas me ocurren de cada viaje.
 
 

4 comentarios:

  1. Me encanta como describes todo porque te transporta perfectamente al sitio donde viajas...ojalá por aquí nos adaptáramos y aprendiéramos mucho mas de allí...

    ResponderEliminar
  2. ¡Muchas gracias!, me alegro que te guste, y sí, creo que debería ser obligatorio aprender del mundo de fuera, y no tanto mirarnos adentro.

    ResponderEliminar
  3. De verdad que supera a un Tussam llevándote a la feria??

    ResponderEliminar
  4. Lo supera con creces por dentro, por fuera, por arriba...

    ResponderEliminar

Comenta, no te lo quedes dentro.