viernes, 25 de octubre de 2013

La Frontera


-          Qué buena tarde se ha quedado, ¿no, Eugenio?

-          Si, muy buena – dijo, levantando la mirada al Lago Petén, y volviendo a dirigirla a su libro.

-          No has ido a jugar el partido de futbol hoy, ¿no?

-          No, no me apetecía, Robert.

Dejó pasar unos segundos, admirando el paisaje, escuchando el lago silencioso que tenía enfrente, un silencio tan profundo que podía oírse. Empezaban a sonar los sapos, que, pocos minutos más tarde, cuando anocheciera del todo, comenzarían su concierto de cada día.

-          No te preocupes, Eugenio, seguro que lo consigue. El año pasado lo intentaron dos amigos míos, y lograron llegar allí.  

-          Sí, claro. Igual que Ernesto, ¿no? Quedó sin fuerzas después de meses cruzando México, nadie le ayudó cuando no pudo más, y ahora supongo que estará descansando su vida en el desierto de Sonora, comido por los bichos, solo y sin nadie que se ocupe de su cadáver –dijo del tirón, como soltando algo que le carcomía - Robert, no quiero que mi hermana pase por eso – le dijo, fijando sus ojos brillantes en el.

-          No podías hacer nada, ha sido su elección, Eugenio. Aquí no podía continuar, no quería, ella me lo dijo, no tenía novio, no tenía trabajo, tenía dos hijos a los que no podía mantener. Pensaba que su única opción era cruzar a Estados Unidos. Algunos lo consiguen, piensa eso, algunos lo logran.

-          ¿Por qué somos nosotros los que tenemos que irnos allí, Robert? Mira a tu alrededor, aquí en El Remate, teóricamente tenemos de todo, este pedazo de lago, la selva a dos pasos, un clima espectacular, ¿por qué tenemos que emigrar hacia otros países, si yo quiero estar aquí? Aquí está nuestra familia, nuestra casa, nuestra tierra…

-          Uff, pues no se –dijo, mirando al horizonte – o realmente sí que lo sé. Aquí tenemos los recursos, pero ¿sabes de qué país es la empresa que gestiona el suministro eléctrico, y que nos deja día sí y día también sin luz? ¿sabes de qué país es la empresa que viene a cortar los árboles de nuestros bosques? ¿sabes de dónde es la principal empresa extractora de petróleo de aquí? ¿sabes de qué país es la empresa que explota nuestras minas? En esos y en muchos más casos, en ninguno de ellos es guatemalteca. Estamos vendidos, Eugenio, por eso tenemos que ir al comprador a pedirle limosna.

Eugenio quedó en silencio, como resignado, como dándole la razón, y sin poder rebatir lo que decía. Levantó la cabeza de nuevo para dirigir la vista al lago. Robert echó un vistazo a Eugenio, intentando adivinar qué libro estaba leyendo.

-          ¿Qué lees? – le preguntó, interesado, al no poder adivinar qué era lo que leía.

-          Los Derechos Humanos – dijo, volviendo a bajar la vista al libro.
 
 
 
 

3 comentarios:

  1. Nunca lo dejes, sigue contándome más historias.

    ResponderEliminar
  2. Gracias! Lo intentaré ;)

    ResponderEliminar
  3. Que bonito todo lo que escribes, gracias por contarnos una parte de allí...No pares

    ResponderEliminar

Comenta, no te lo quedes dentro.