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Hola, ¿y tú cómo te llamas?
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Yo me llamo Emelys, ¿y vos?
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Yo soy Nelson, ¿qué hace una chica como tú en un
bordillo como este?
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Pues aquí, viendo a la gente pasar. ¿No has
visto a esos blanquitos que han andado por aquí? Tenían unos aparatos extraños
con los que me apuntaban, y salía una luz de ellos.
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¡Anda, Emelys! ¿No sabes lo que es eso? ¡Son
cámaras de fotos! Te apuntan a ti y luego pueden verte a ti, o al pueblito,
cuando lleguen a su casa.
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¿Y para qué querrían verme a mí cuando lleguen a
su casa, o para qué querrían ver Ometepe?
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Emelys, tienes que aprender más de la vida, no
puedes estar todo el día aquí, mirando a la gente pasar, y no preguntarte
cosas. Esta gente son pobres. Al parecer, allí de donde vienen no tienen la
naturaleza que tenemos aquí, se la han comido con asfalto y tampoco tienen tiempo, se lo han robado en
sus trabajos, y tienen que ir siempre corriendo de un lado a otro. Envidian
nuestra tranquilidad, nuestro paso lento y la posibilidad de tener aire puro y paisajes inolvidables. Intentan
con esas fotos robarnos todas esas cosas, pero no comprenden que por mucho que
nos apunten, por mucho que se lleven en esos aparatos imágenes nuestras y de
los lugares donde estuvieron, nunca podrán llevárselas realmente, y llegarán a
sus lugares de orígenes y volverán a tener paisajes de metal, y volverán a
correr de un lado a otro, y volverán a no tener tiempo ni de sentarse en un
bordillo, como estamos haciendo tu y yo, y, simplemente, ver la vida pasar.
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Ah. Oh, Nelson, pobrecitos, ¿no?
Precioso
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