sábado, 5 de octubre de 2013

Nelson y Emelys


-          Hola, ¿y tú cómo te llamas?

-          Yo me llamo Emelys, ¿y vos?

-          Yo soy Nelson, ¿qué hace una chica como tú en un bordillo como este?

-          Pues aquí, viendo a la gente pasar. ¿No has visto a esos blanquitos que han andado por aquí? Tenían unos aparatos extraños con los que me apuntaban, y salía una luz de ellos.

-          ¡Anda, Emelys! ¿No sabes lo que es eso? ¡Son cámaras de fotos! Te apuntan a ti y luego pueden verte a ti, o al pueblito, cuando lleguen a su casa.

-          ¿Y para qué querrían verme a mí cuando lleguen a su casa, o para qué querrían ver   Ometepe?

-          Emelys, tienes que aprender más de la vida, no puedes estar todo el día aquí, mirando a la gente pasar, y no preguntarte cosas. Esta gente son pobres. Al parecer, allí de donde vienen no tienen la naturaleza que tenemos aquí, se la han comido con asfalto y  tampoco tienen tiempo, se lo han robado en sus trabajos, y tienen que ir siempre corriendo de un lado a otro. Envidian nuestra tranquilidad, nuestro paso lento y la posibilidad de tener  aire puro y paisajes inolvidables. Intentan con esas fotos robarnos todas esas cosas, pero no comprenden que por mucho que nos apunten, por mucho que se lleven en esos aparatos imágenes nuestras y de los lugares donde estuvieron, nunca podrán llevárselas realmente, y llegarán a sus lugares de orígenes y volverán a tener paisajes de metal, y volverán a correr de un lado a otro, y volverán a no tener tiempo ni de sentarse en un bordillo, como estamos haciendo tu y yo, y, simplemente, ver la vida pasar.

-          Ah. Oh, Nelson, pobrecitos, ¿no?
 

1 comentario:

Comenta, no te lo quedes dentro.